13 diciembre 2009

Viaje a Madeira



La llegada en avión ya no sorprende porque hoy, por culpa de Google Earth, llegamos a los sitos con sus imágenes ya asentadas. Sin embargo nos defrauda igual que al ver sus fotos debido a la colmatada vista de sus laderas excesivamente urbanizadas. Como una Benidorm atlántica, se ha dejado llevar por unan fiebre constructora que a punto está de hacerla perder todo interés.

Sin embargo, bastan unas horas y unos kilómetros para sorprenderse con la variedad de paisajes, de rostros, de historias que se peden disfrutar aquí.

Mantiene ese carácter portugués, discreto pero barroco, que convierte en hermosos los paseos sobre sus aceras adoquinadas, repletas de terrazas con cafés donde un público centro europeo disfruta del monótono y agradable clima de la isla. Creo que en el tiempo que pasamos allí, la temperatura no subió en Funchal de 24 grados de máxima ni bajó de los 20 de mínima: perfecta temperatura que facilita el deambular calmo y el trago largo.

Lo más interesante de la isla para los amantes de la naturaleza es su interior y su costa norte. Nuestro primer paseo, tras levantarnos el primer día tras nuestra llegada, nos llevó al parque de Funchal . Si un parque urbano tiene tal variedad de plantas, tal espectacular exotismo en sus especies, nuestras expectativas respecto a la naturaleza del interior se dispararon.

Y no fueron defraudadas. Se disfruta en el interior de la altura de sus montañas y los paseos entre sus montes y “levadas”. La vegetación llega a ser tan densa y variada que uno solo pude echar de menos un botánico de guardia (y un geólogo) que enriquezcan lo que sientes con un mayor conocimiento.

En Sao Vicente encontramos algunas de las imágenes más hermosas de la isla al estar en fiestas y tener decoradas las calles con unas sorprendentes guirnaldas coloridas que nos hacían envidiar la capacidad para hacer aun más hermoso el hermoso (pero pequeño centro del pueblo) sin necesidad de caer en el tópico de la iluminación artificial y las ristras de banderolas.




Uno de los viajes más agradables que recuerdo tuvo como destino esta sorprendente isla atlántica, volcánica y agreste, verde y turística, portuguesa y cosmopolita.


Aquella noche tocaba allí Mariza. Dudo que el pueblo llegue a los 1000 habitantes, pero los envidié a todos por poder disfrutar gratis de su música esa noche. Aunque las pruebas del espectacular equipo de imagen y sonido daban la sensación de que se la escucharía incluso en su natal Mozambique. Tal era el atronador sonido. ¡Y dos pantallas enormes, para tan poco pueblo! Sorprendente.

Al norte, la antigua carretera, que puedes tomar en pequeños tramos saliéndote de la moderna, provoca sensaciones ambivalentes entre la sorpresa por la cercanía del mar y el acantilado y el miedo a distraerte con la vista de la conducción y acabar, increíblemente, aún más cerca del mar.

En Porto Moniz se disfruta de un complejo de piscinas naturales que es de los lugares más interesantes de la isla para bañarse, especialmente si viajas con niños.

Algo que no se debe dejar de visitar son sus palacios y quintas, con sus hermosos jardines. Aunque el de Palacio do Monte es espectacular tanto en su naturaleza como en su decoración y edificaciones, especialmente en la reconstrucción de elementos japoneses, con templetes y esculturas que te hacen creer que paseas por los jardines de palacio del Trono de Crisantemo, he de decir que mi favorito fue la Quinta do Palheiro.


Esta quinta resucita el espíritu del “manor” inglés, de las mejores mansiones decimonónicas, rodeadas de jardines perfectamente cuidados, repletos de rincones donde tirarte en el césped o un banco y dejar discurrir el tiempo simplemente mirando como las nubes pasan entre las flores que te rodean. Esta quinta, hoy hotel, es sin duda el lugar más agradable no solo para una larga estancia, sino uno de los lugares donde creo que más me gustaría vivir. Al menos, en forma de jubilación gozosa. Y su tea house el sitio ideal donde sentarse a leer y tomar, lentamente, un Oporto .

Pero nosotros estábamos en otro hotel del que tampoco podemos quejarnos. Situado muy céntrico. El Hotel Royal Savoy es un hotel clásico y algo envejecido, a punto de ser derribado, según cuentan, para hacer un 6 estrellas. Complementado por as instalaciones de su “hermano” el Madeira Savoy al que se llega desde el jardín, es un hotel para un público inglés mayoritariamente, con cierto aspecto rancio y conservador, de pamela y estampado ellas y de chaqueta con botonadura dorada ellos. Con exquisita educación, que valoraban especialmente el trato profesional y delicado de unos empleados coetáneos (dada su edad) de estos entrañables ancianos british.

Sin duda, un lugar para volver, donde relajarse en el jardín de una de sus quintas, pasear pos sus parques y disfrutar de sus restaurantes (inolvidables las cenas en Restaurante Dona Amelia, muy cerca del Savoy, o en cualquiera de los del Casco Velho), con una comida sencilla, pero de espléndidos pescados y verduras, honesta y a buen precio, y dejarse inundar por los colores y olores que nos asaltan en sus parques, sus mercados o sus plazas, donde las flores nos rodean permanentemente.

12 diciembre 2009

100 entradas

Esta es la entrada 101 de este blog. Suficiente razón para celebrarlo con brevedad

12 octubre 2009

Vuelve el silencio al Retiro


El sábado, leímos la crónica sobre las obras de Mayte Vieta, Tres y Tom Kotik. Los tres, artistas que optan por el silencio (especialmente sorprendente la descripción del tercero como "artista sonoro que trabaja con el silencio": la verdad es que la música no existiría como sonido modulado sin el silencio que la envuelve.

Pero este arte minoritario tiene poco impacto. Más importante y de mayor repercusión la buena noticia que hoy salta en Madrid: se ha prohibido la percusión en el Retiro. Ya se sabe que "no hay tonto sin bongo". Y todos los tontos de Madrid y alrededores se reunión con su estupidez a cuestas a destrozar los oídos de quienes intentan disfrutar de un parque que antes era sinónimo de sosiego y ahora era monopolizado por quienes no son capaces de apreciar una melodía que no vaya acompañada de una percusión primitiva.

Estos percusionista han creado un blog para defender su presencia y convocar protestas. Ahora invitan a otros músicos de cuerda o viento a que se manifiesten y toquen con ellos, algo que jamás e ha dado en esa zona y que no se dará más allá de esta potencial protesta porque ningún otro instrumento soporta el monopolio invasivo de tanta percusión junta.

Desde este pequeño rincón, gracias Alcalde por librarnos del mal.


28 septiembre 2009

Viaje a Lanzarote

La llegada a Lanzarote abre pocas expectativas: la visión desde el avión es de un paisaje seco y árido, salpicado por pequeñas poblaciones blancas.

Lo espectacular de un paisaje tan salvajemente inhóspito en la mayoría de su territorio se agota en sí mismo. Para quien no es sensible a esa belleza dura del desierto, como es mi caso, la repetición de lava, polvo y cactus no aporta, precisamente relax.

A la aridez del paisaje se suma lo desagradable de su turismo. A pesar de la proclamada opción por el turismo sostenible y respetuoso con el entorno, lo que vimos de forma permanente es una caterva de ingleses en el peor estilo obrerote de Manchester, a voz en grito en los mayoritarios “sport bars” con karaoke. EL jaleo en cualquier zona turística es sorprendente ya que todos los locales cuentan con terrazas o están abiertos al exterior y todos tienen la música o el karaoke altísimo, compitiendo y confundiéndose el ruido de todos ellos a la vez.

La isla, como decía, es mayoritariamente un paisaje de lava y volcanes (en realidad, pequeños montículos, cubiertos de esas especie de herida seca de la tierra que son las coladas de lava: roca áspera y secarral continuo.

Hay lugares donde esta geología alcanza niveles de absoluta belleza, como las paredes del antiguo cono del volcán de El Golfo, pero, mayoritariamente y a mi modo de ver, se convierte en algo repetitivo, monótono.


Los puntos de interés turístico de la isla que se destacan en todas las guías y recomendaciones son 4 o 5: especialmente Los Jameos del Agua, la cueva de los Verdes, el mirador del Rio, la fundación Cesar Manrique o el Jardín de Cactus, aparte de las playas de Papagayo o el ya citado Golfo, con su laguna verde.

EL problema de los primeros citados (de pago) es que concentran las visitas de todos los grupos de turistas convirtiéndose en lugares muy masificados e incómodos. Largas colas para coger las entradas y largas esperas para realizar la visita controlada en grupo.

Yo, que tengo por principio no hacer colas, que creo que nada tan masificado como para requerir una cola puede llamar mi atención, que mi tiempo no puede ser perdido (menos aún en vacaciones) esperando en fila mi turno, opté por largarme de Los Verdes y de Los Jameos al ver las masas y ya no lo intentamos ni en el Mirador ni el Jardín de Cactus.

Especialmente lastimoso es el caso del Mirador del Rio ya que no es más que una oportunidad de disfrutar de las vistas al istmo que separa Lanzarote de La Graciosa. Vistas que se pueden disfrutar desde otros puntos sin la necesidad de contribuir al mitificado diseño manriqueño.


Recomendaciones positivas

Después de tantas cosas negativas, ¿qué podemos destacar y recomendar en esta Isla?

Desde luego, lo mejor es el mar. Poder pasar el día en cualquiera de las excursiones que se programan es una excelente opción.

Desde Puerto Calero, (probablemente el lugar más agradable y cuidado de todos cuantos visitamos en la la isla, con algunos lugares atractivos para comer y un pequeño museo de cetáceos), salen abundantes excursiones marinas, tanto para probar a pescar algún gran pez, (aunque sea como excusa para pasar el día a bordo de un pequeño barco con un patrón charlatán), como para compartir un muy turístico catamarán con una manada de turistas.

En este caso, y frente a la opción de Catlanza, empresa que organiza excursiones en catamarán por el sur de la isla, nos gustó más la excursión que parte del puerto de Orzola realizada por Líneas Romero, al norte de la isla y con visita la isla de Graciosa: es una excursión de casi todo un día en la que visitas los islotes del norte (archipiélago Chinijo), la curiosa isla de Graciosa (la isla de los Land Rover pues prácticamente no hay otro tipo de vehículo en ella que estos clásicos todo terreno, ya con unas décadas sobre sus motores). La isla solo tiene mínimamente asfaltada una pequeña parte alrededor del puerto: el resto es arena y un paisaje que recuerda la cercanía del Magreb.


Parar para darse un chapuzón en las transparentes aguas de la isla es un placer que se completa con la visión de múltiples especies de peces nadando a tu alrededor.

La excursión en Catlanza es parecida, pero más corta, con la tripulación extranjera y menos conocedora de la isla (en la excursión a Graciosa la narración de las guías sobre lo visitado eran una aliciente más del que se carece en Catlanza). Para completar mi peor valoración sobre Catlanza he de decir que aquí no parecen disfrutar del único lugar donde hoy se puede encontrar el silencio casi absoluto; el mar, y nos torturaron con una sesión de merengue y regetón insufrible a todo volumen en parte de la travesía. Por no hablar de la pobre comida incluida en el precio: una pobre pasta insípida cocida, con ketchup. muy triste

Precisamente, respecto a la restauración, nos resultó difícil encontrar lugares realmente interesantes. Los mejores siguen siendo algunos restaurantes a pie de mar y aún no demasiado contaminados por el estilo garrulo-inglés que predomina en las zonas más pobladas.

Restaurantes

El Charcón, en el muelle de Arrieta y El Bogavante en El Golfo fueron los locales donde mejor nos sentimos. A El Bogavante fuimos varias veces a pesar de situarse en el extremo opuesto a nuestro alojamiento, porque cenar tranquilamente al anochecer al lado del mar y con la única visión de una luna espléndida resulta especialmente agradable.

También he de decir que estos dos son los únicos lugares donde nos pareció que seguían haciendo mojo casero en lugar de algunos insufribles mojos de bote que había en otros lugares En cualquier caso, en ambos el ambiente y el mar eran el mejor condimento de una comida que, sin ser excelente, era honrada.

En Costa Teguise nos gustaba Aires da Terra, más impersonal pero destacable especialmente por la amabilidad del camarero, que hacía agradable la comida y por el buen pescado que servían, junto a un pulpo a la brasa también apreciable.

Desde luego, hay que destacar dentro de lo negativo, el hotel. Tuvimos la desgracia de Elegir el Hotel Beatriz Costa Teguise: un hotel cutre a pesar de sus 4 estrellas, con un servicio deleznables, unas instalaciones con la impresión de haber sido buenas en el pleistoceno y esa sensación de turismo masivo en el que el cliente es catalogado antes como potencial ladrón, que como huésped (toallas bajo reserva con tarjeta, minibar cerrado con llave, perchas limitadas y antirrobo…). Por no extendernos sobre la mediapensión vomitiva que, desde luego, fue obviada a partir del segundo día.

Todo lo que se puede esperar de un hotel perteneciente a la cadena de un prohombre toledano proveniente del mundo del transporte y el urbanismo: o sea camionero y luego constructor: admirable como self-made man pro lamentable como proveedor de servicios de calidad para el cliente: su hotel tiene la misma relación con el lujo que un camionero- constructor con el glamour (disculpas si alguien se siente ofendido: hablo, obviamente, de estereotipos). El buen señor se quería tanto que hizo escribir su biografía sobre unos falsos pergaminos (ya sabéis el típico folio quemado en sus bordes para parecer antiguo), en español, inglés y francés o alemán, no recuerdo, y los colgó en un cuadro en la entrada a las piscinas del hotel. Sobran las palabras.

15 agosto 2009

Restaurante Asian Lounge (Alcobendas)

P.S. Agosto 2010. Lamentablemente este local ha cerrado.

La cercanía de este restaurante nos ha llevado a probarlo un día tontorrón en el que hacer la comida se convierte en una actividad penosa. Fue un buen descubrimiento. He vuelto algunas veces con amigos o incluso solo. Me gusta la comida oriental y los ambientes tranquilos. Este lugar tiene ambas cosas.

Situado en un centro comercial (Diversia, Alcobendas) en el que se diferencia del resto de masificadas franquicias de comida rápida que todos conocemos e imaginamos, el Asian Lounge suele tener una ocupación media o baja (espero que sobreviva) que le da un ambiente tranquilo y facilita un servicio excelente.

La ayuda para elegir los platos del jefe de sala se agradece (al igual que el que sea un hispanohablante que no ns obliga a intentar entendernos con los orientales habitualmente incapaces de aprender un español mínimo)

Los diferentes platos que he probado están suficientemente bien elaborados y, como las raciones son más que generosas, si se pide poco se acaba suficientemente lleno y no sale nada caro.

He probado aquí la tempura de algas (con un sabor y textura que me han encantado, pero con demasiado aceite, los cangrejos fritos (personalmente, me dan un poco de repelús) y varios platos de pasta (arroz, noodles, tallarines,, en general correctos aunque a veces con exceso de salsas.

En el caso del sushi, no me parece que sea el mejor que he probado (sigo echando de menos el precio y la calidad del antiguo cocinero del Bonsai, en San Sebastián de los Reyes) pero se puede comer. Me gustó especialmente el plato de noodles con langostinos, aunque, de nuevo, el exceso de salsa lo malograba.

En definitiva, un ligar agradable, de precio justo, servicio amable y comida honrada, en algunos puntos mejorables pero en general válida para disfrutar a gusto de un rato que puede terminar siendo especialmente "lúcido" si eres capaz de pedir y terminarte un copazo de licor; al copa balón es de tamaño de balón medicinal y requiere una larga sobremesa o, en su defecto, pasar la siesta en los cines cercanos hasta que sus efectos se desvanezcan :-)

17 julio 2009

Teruel: Rubielos de Mora


Una provincia por la que no había ni siquiera pasado y estaba en el debe de mis viajes peninsulares era Teruel.

Esta Semana Santa de 2009 pagué mi deuda con la provincia y visité Rubielso de Mora y sus alrededores en 4 sorprendentes días.

La zona no defraudó las expectativas que nuestros anfitriones habían levantado. Sorprende encontrarse una zona tan poco habitada y con una sensación tan patente de abandono.

Esta sensación comenzó ya antes: en Molina de Aragón, donde hicimos una pequeña escala, y no se rompió en tod el viaje a pesar de las mil inversiones del “Plan E”, omnipresente allá por donde pasásemos. Daba la impresión de un tiempo detenido hace décadas. Decidme sino, al ver estas fotos, si no basta solo con envejecerles el color para ver una estampa de fin de la guerra civil, sin ningún resto de los avances de los últimos años:




Sin duda, este aspecto “diferencial” debe de ser muy atractivo para un tipo de turismo apartado de las masas como el que a nosotros nos gusta especialmente. Pero seguro que a los habitantes le hace bastante poca gracia.

Rubielos conjuga de forma excepcional el abandono de la zona con la presencia de algunas edificaciones espectaculares y bien conservadas. Se nota que estos pueblos son origen de familias hidalgas cuyas nuevas generaciones siguen cuidando el valor inmobiliario de algunas de esas posesiones. Pero no siempre con acierto: algunas han sido reconvertidas en apartamentos, como el claustro de la foto.


Así, junto a casuchas apenas de paja y barro se pueden admirar casonas de piedra, auténticos palacios casi siempre inaccesibles, por privados, pero cuyos portales permiten intuir la riqueza atesorado por el tiempo sobre las familias y las piedras.

Otra muestra de aquella sensación de abandono es la escasa oferta hostelera de la zona. Para alojarnos, elegimos una casa de turismo rural, a pesar de nuestro poco apego a este tipo de Turismo. La casa es Los Toranes. Cumplía con lo necesario y un poco más y era de agradecer la tranquilidad absoluta que se respiraba. Sin ser el tipo de alojamiento que más me agrada, es recomendable para quienes se apuntan e a ese turismo.

Si alojarse no era fácil, comer era casi imposible. La oferta de restaurantes era muy limitada, y situada en los dos extremos, o bares vulgares para apenas tomar una tapa, o restaurantes con ínfulas cuya compleja carta y escandalosos precios no invitaban a entrar, En este sentido, no se puede decir que el viaje fuera muy aprovechado.

Pero se compensaba con la tranquilidad del entorno, la belleza de un paisaje desprovisto casi de estropicios causados por la masificación humana.

Incluso era más habitual sentir que era la naturaleza la que estaba cobrándose una deuda y reconquistando lugares que, una vez abandonados por el hombre, reclamaba de nuevo como propios, descubriéndose loas diferentes fases de esa conquista: las piedras caídas de algunas casas, la maleza que ya cubría otras o los restos, apenas unas piedras sueltas, de una antigua edificación que ya solo se vislumbraban entre ramas y hierbajos.

Luego, llegó de nuevo la venganza del hombre y, este verano, le plantó fuego a la provincia.

03 julio 2009

Vuelvo

Prometo que vuelvo. Con más viajes, más libros más música y algún comentario. Hace tiempo (mucho) que no escribo, pero, una vez superados los tres meses de vida activa que dicen dura cada blog, es hora de no dejarme vencer por la apatía. ¡A por el verano y más allá!